El que nos enseñe a amar. El que no huya de los peligros, y el que cuando estemos al borde de la muerte venga con su súper capa roja y nos salve justo a tiempo.
Al que llamemos y en cero coma esté a nuestro lado, sin tener que soportar el suplicio de ver como pasan y pasan los minutos y no llega.
El que sea el más humilde y bondadoso caballero de toda la ciudad, ¿Qué digo de toda la ciudad?
¡Apostemos alto! ¡De todo el mundo!
En que nos lleve volando al pico más alto de la Tierra, y cuando allí, en lo alto, el frío nos pueda, taparnos con su capa roja.
Ese que sea especial, y con una sola mirada pueda saber que nos pasa.
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